martes, 19 de junio de 2018

Más heterodoxo que tecnólogo







Es curioso. La última vez que escribí en este blog, que no pensaba que hiciese tantísimo tiempo, no tenía, coyunturalmente, una profesión tecnológica, pero estaba programando un número de horas como en pocas épocas de mi vida he hecho.

El caso es que tras casi una década de ejercer como tecnólogo, retomo mi ser como blogger tecnólogo atípico, para, en cierto sentido, anunciar que renuncio a que se asocie mi persona con la de un tecnólogo, a comunicar que deseo borrar esa etiqueta que liga al ser humano con su profesión, a esa eterna pregunta que nos acompaña cada vez que conocemos a una persona nueva en un cocktail o en una ruta de senderismo: Y tú, ¿ en qué trabajas ? Tras la respuesta, ya quedas automáticamente etiquetado. Como si un ser humano fuese, sobre todo, su profesión.

Y, más aún, a que me alejo de mis "títulos", que no sé qué titulan.

Hace ya dos años que , aunque a mis abuelos les fue haciendo ilusión que colgara mis títulos por las paredes, cosa que nunca me llamó gran cosa, lo hablé con mi abuela y decidí retirarlos y guardarlos, eso sí, adecuadamente protegidos, porque es posible que algún día puedan tener alguna utilidad práctica, para mí o para otros, de modo que contuve mi impulso amigdalar de introducirlos en la trituradora de papel.

Curiosamente, primero quité los títulos de sus marcos, luego repuse los marcos vacíos a sus posiciones habituales, y los fotografié. Pocos días después, les mostré esa foto a dos amigas, tratando de explicarles su simbolismo, y no me entendieron. Adoptaron una actitud de ya está Sergio con sus Sergiadas.

También es verdad que una reforma así requiere tiempo, vivir muchas cosas, y que pase mucha agua bajo el puente. Que mi desintoxicación de identificarme con profesiones o títulos aún va  a ser muy progresiva, y tendré, como todo adicto, mis altibajos y mis recaídas. Pero he dado un paso más: el último rastro visible de que pisé instituciones académicas era una orla. No me atrevía a plantearle a mi familia mi deseo de retirarla (quizás el tener que recurrir a un electricista hace pocos meses, y que al ver la orla exclamara algo del estilo de J***r, tú eres xxxxxxx. Y, si bien conozco más de uno y más de dos que están en la orla de un estudio pero nunca se titularon, no pude por menos que admitirle que yo sí.

El caso es que unos estudios académicos te proveen de unas bases para ciertos desempeños. No cabe duda. Y permiten delinear con una frontera clara  quién ha ido acreditando unos conocimientos y aptitudes mínimos para esos desempeños, siendo seguramente el arquetipo la Licenciatura ( hoy título de Grado ) en Medicina. Pero, como todo médico sensato cuenta, la Facultad de Medicina enseña a licenciarte en Medicina. Médico te hace la práctica clínica. Y los ejemplos en otras disciplinas serían interminables.

Por otro lado, el tener acreditados unos mínimos en una o varias disciplinas, te acota irracionalmente. Ocurre con frecuencia que tras un cierto tiempo de titularte en algo, terminas sabiendo más de otra disciplina que la que te han puesto con sello de calidad y denominación de origen (como a ciertas variedades de ganado).

Y, en el fondo, las personas no somos una cosa u otra, en  ningún sentido significativo, por si somos administrativos, abogados, curas, tecnólogos, sanitarios o poseemos el Graduado Escolar o el Bachiller o la ESO. Somos seres humanos cuando nos comportamos como tales, cuando dedicamos nuestros recursos de todo tipo, unos u otros, muchos o pocos, a ayudarnos a nosotros mismos a no ser un lastre, y a ayudar a los demás una vez garantizada la autoprotección, orden a seguir en primeros auxilios, y, a mi juicio, en la vida, si no queremos tener dos víctimas en vez de salvar una, o que un ciego guíe a un tuerto.

Por eso, yo, Sergio, en el año 18 de mi vida, os pido que a este bandido de los caminos, a este clerigus vagans, a este filó-sofo en el más puro  (que es el más humilde sentido de la expresión): que aunque lo parezca, no sabe nada, pero ama el saber, no le pongáis más etiqueta que la que proceda en ese momento de su vida según se esté comportando. En un momento de crisis, que no se puede resolver ni el comodín de la baraja, ni se puede resolver no igualando la puesta.... ahora camino.... y voy caminando. No me siento más tecnólogo. Ni bachiller. Ni Graduado Escolar. Me siento otra piedra en el camino, rodando por el río de la vida, como todas, hasta que un día termine redondeada y suave uniéndome a la madre mar.

De momento,  mi tía ha tenido el detalle de molestarse en sustituir mi orla por el cuadro que veis, y guardarla en lugar seguro por si un día la quiero revisitar. Hermoso título de flores insinuadas. Gracias, Katy.

El heterodoxo.

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